lunes, 6 de abril de 2009

15.000 vecinos en el piso de arriba

Granada, 23/03/09
David es el mayor sufridor del botellón del viernes, aguantó durante doce horas los ruidos del gentío que se divertía encima del aparcamiento donde trabaja
J. R. V.

Botellón - Aparcamiento Méndez Núñez
Lamentable estado de la entrada al aparcamiento de Méndez Núñez, al día siguiente de la celebración del 'macrobotellón' / RAMÓN L. PÉREZ
Quince mil personas en el piso de arriba bailando, bebiendo, gritando... y David en la planta baja, trabajando en el aparcamiento de Méndez Núñez, donde soportó todo lo humano e inhumano del jolgorio montado por 15.000 personas en la fiesta de la primavera, celebrada el viernes. Cuando salió a las once de la noche de su jornada, suspiró y huyó de allí, lanzado como un cohete.

Este joven de voz entrecortada fue el responsable de atender el parking ubicado debajo del botellódromo el viernes por la tarde-noche, cuando la sangre caliente de los jóvenes hervía con el alcohol consumido para recibir la primavera.

«Allí abajo parecía que estabas en una discoteca por el ruido, pero lo peor eran los golpes como si la gente arrojara bancos de cemento, era tremendo». Y él allí, acompañado de dos guardias de seguridad contratados por la empresa para evitar males mayores. Los minutos no corrían en el reloj. «El acceso por la zona de Hipercor lo cerramos para que no entrara la gente, porque aquello se podía desmadrar demasiado».

LAS CONSECUENCIAS
jrvillalba@ideal.es

Desembolso

Los extras: El aparcamiento de Méndez Núñez se vio obligado a contratar los servicios de dos vigilantes jurados y apenas tuvo negocio durante esa tarde-noche.

La única entrada al aparcamiento, ubicada frente a la rotonda de Méndez Núñez, fue más utilizada por jóvenes que trataban de colarse en el aparcamiento para hacer 'manitas', para ponerle la guinda al 'colocón' primaveral que llevaban o simplemente para dar por... al trabajador que peor lo pudo pasar el pasado viernes en toda Granada.

«Cuando los veíamos entrar y sabíamos bien que no tenían ningún coche aquí aparcado los acompañábamos hasta que se marchaban». No entró uno, ni dos, ni tres... sino decenas. «La suerte fue que no estaba solo, si no llegamos a tener guardias jurados se hubiera complicado mucho más la cosa».

Se presentaban como usuarios del parking y venían a 'recoooer el víiiicuulo que loooo heeeemo apaaaracao aquí'. «¿Seguro?», le contestaba el paciente David. «Eeeguro», replicaban los intrusos un tanto beodos. «Allí ni tenían coche ni ná. Unos entraban con la parienta para intentar algo allí y a otros había que escucharles las cuatro tonterías, y después... a la calle». Y mientras tanto, los de arriba no dejaban de hacer ruido.

"Aquello parecía una discoteca, pero lo peor eran los golpes, como si arrojaran bancos"
No fue el mejor día para hacer negocio en el aparcamiento de Méndez Núñez. «Sobre todo vinieron residentes». Y tampoco resultó fácil sacar el coche del aparcamiento. Uno de los usuarios recibió el consejo de un policía apostado en la puerta de subir los cristales del vehículo, echar el seguro y salir de allí lo antes posible.
Hacían pasillos para salir

«La policía local estaba en la entrada del aparcamiento y hacían pasillos para que los vehículos pudieran salir». Los trabajadores de la empresa municipal de recogida de basuras retiraron al día siguiente 35 toneladas de desperdicios esparcidos en la planta de arriba del lugar donde trabajaba David.

Los golpes, la música, el murmullo, los gritos, las sirena de las ambulancias, los monólogos de besugo de los más borrachos no le dieron tregua a David durante doce horas. «No ocurrió nada destacado, porque estuve acompañado, pero con un mogollón como el del viernes hay que tragar saliva porque hay mucha gente concentrada». Este operario cruza los dedos para que el próximo año no le vuelva a tocar un calvario como el padecido el viernes.

Los accesos del aparcamiento de Méndez Núñez no quedaron despejados de basura hasta la mañana siguiente, cuando el botellódromo empezaba a padecer su resaca particular. David se despertó fresco, pero con el 'ronroneo' de la tarde noche del día anterior atrapado entre sus oídos. «No es la primera vez que nos pasa, ya estábamos advertidos por la experiencia de otros años, pero... al menos salimos bien».

El olor a alcohol aún ayer embriagaba el botellódromo, donde dos barrenderas apuraban la limpieza de ese piso de arriba donde 15.000 almas se divertían mientras David... aguantaba.

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