Para qué surga el efecto no hace falta una caracola, vale un vaso de cristal, pero no vale un zapato. Lo que necesitamos es un objeto de tamaño mediano, semicerrado y rígido.
El sonido se propaga por medio de ondas y cuando estas chocan con los objetos, la onda se divide en tres: una onda traspasa el objeto, una onda hace vibrar el objeto al quedar atrapada en él y por último una onda sale rebotada y continua en el exterior del objeto. Para explicar el ruido nos interesan las dos primeras porque harán que un objeto semicerrado, tocando nuestra oreja, se comporte como una amplificador. Las ondas que quedan atrapadas en el objeto y las que penetran dentro del espacio interior del objeto, producían el sonido característico que escuchamos y que nos parece el mar. Es un ruido constante y parecido al ruido blanco, o dicho de otra manera, al ruido que tenemos cuando la televisión no está sintonizada en ningún canal.
El término "ruido blanco" es una manera técnica de hablar. Al igual que existe la luz blanca como mezcla de todos los colores, también existe el llamado ruido blanco como mezcla de todos los sonidos. Dentro de nuestra caracola aparecerá este rugido blanco, esta amplificación de las muchas ondas ambientales que llegan a nuestro objeto y lo atraviesan.
Si ajustamos un poco más la explicación diremos que la pequeña amplificación, que se produce en nuestra caracola, es producto de la resonancia. Hay ciertas frecuencias sonoras que se amplifican más que otras debido a que la caracola tiene unas dimensiones y porque su material vibra a ciertas frecuencias. Al vibrar el material no opone resistencia a dicha frecuencia, mientras que a otras frecuencias si opone resistencia y no las deja atravesarlo tan fácilmente.
Todos hemos experimentado la vibración de una ventana cuando pasa un coche o una moto que produce ruido y hay una frecuencia concreta que el vidrio se pone a vibrar. Todos los materiales tienen una frecuencia por la que se ponen a vibrar y no pueden hacer nada al respecto. Se llama la frecuencia de coincidencia y depende de un pequeño abanico de frecuencias y del ángulo de incidencia de la onda en el material.
Por eso experimentamos que al acercarnos y alejarnos la caracola, las frecuencias sonoras varían pues también lo hacen los ángulos de incidencia de las ondas. También nos cambiaran si nos acercamos otra caracola a la oreja.
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