martes, 16 de septiembre de 2008

Investigación de la CAIXA

Finisterre (La Coruña), 18/08/08

Realizan el primer mapa acústico marino

Los niveles de ruido suben hasta 150 decibelios en las cercanias de los puertos
Los cetáceos alteran sus hábitos vitales ante esta contaminación
GUSTAVO CATALÁN DEUS

Cetáceos España ostenta el desagradable título de ser el país más ruidoso del mundo. Y por las recientes investigaciones llevadas a cabo en el litoral español, podría también figurar en los primeros puestos por la elevada contaminación acústica de sus aguas litorales.

Esto es lo que se desprende del primer mapa acústico submarino que se realiza en las aguas costeras de nuestro país. Se ha realizado gracias a un estudio financiado por la Fundación La Caixa, que se lleva realizando desde el mes de enero, y cuyos resultados parciales en Baleares, Cataluña, Cantábrico y Galicia, muestran altísimos niveles de ruido en las zonas cercanas los puertos más importantes.

El sonido debajo del agua tiene una propagación mucho más elevada que en la atmósfera. Algunos sonidos llegan a varios miles de kilómetros, dependiendo de los niveles de salinidad, temperatura y las corrientes que les faciliten la propagación. Lo normal es que se dispersen a 40 kilómetros.

Pues bien, las mediciones registradas por 115 estaciones submarinas y los hidrófonos situados por el motovelero Íbero a lo largo de 1.130 millas náuticas en el mar Cantábrico y Galicia, demuestran niveles insoportables de ruido ambiental de hasta 150 decibelios (dB) en las Rías Bajas, cerca de la influencia del puerto de Vigo, y de 130 dB, en el caso de La Coruña. Algo parecido a Bilbao, Santander o Gijón.

El elevado nivel sonoro procede de la alta actividad de barcos mercantes, pesqueros y embarcaciones de recreo, que en el caso de estas últimas aumenta considerablemente en verano. La contaminación acústica coincide con la presencia de cetáceos, aunque sólo el delfín mular presenta poblaciones importantes donde los niveles acústicos son más elevados.

"La situación es alarmante porque afecta al comportamiento de los cetáceos. En el caso de Canarias, ya se ha comprobado que los cachalotes se retiran para evitar el ruido. Pero eso crea desequilibrios ecológicos, porque dejan de comer en su zona habitual de alimentación y tiene consecuencias en su salud", afirma Josep Alonso, veterinario especializado en mamíferos marinos y coordinador de la campaña La Caixa a favor del mar: la ruta del Íbero, de registros sonoros y de avistamientos de cetáceos.

Alonso reconoce que delfines o ballenas se pueden ir de la zona para evitar la perturbación ruidosa, pero en el caso de poblaciones residentes manadas que se quedan a vivir en un lugar por lo idóneo para alimentarse optan por quedarse, y su equilibrio se ve alterado.

"A los cetáceos les ocurre algo parecido a la enfermedad profesional que sufren quienes trabajan en los aeropuertos: se les alteran las células de la coclea del oído, que se ocupa de transforman los impulsos mecánicos del sonido en impulsos nerviosos", señala el veterinario.

Cetáceos sordos

Como les ocurre a quienes tienen la coclea atrofiada, dejan de oír. Y si no oyen, puede que emerjan a la superficie cuando un barco está pasando y sean arrollados. Al menos ésta es una de las hipótesis que barajan los especialistas para explicar que los cachalotes y otros cetáceos menores sean embestidos por embarcaciones, sin que hayan tratado de sumergirse o evitar la colisión, siempre mortal.

La innovadora investigación desde el barco Íbero, que tras cartografiar acústicamente la Península y Baleares, se dirige en estos momentos hacia Canarias, resultará muy útil para conocer cuánto se incrementará la contaminación acústica en el futuro, según aumente la actividad portuaria, petrolera e industrial.

Mucho más ahora, cuando el Gobierno ha dispuesto diseñar las denominadas autopistas del mar, con el fin de derivar parte del transporte terrestre de mercancías a la navegación litoral, para evitar el elevado consumo de gasoil y sus consecuencias en la emisión de dióxido de carbono (CO2). "La medida supondrá una introducción importante y añadida de contaminación acústica en el medio marino", concluye la investigación.

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