miércoles, 28 de julio de 2010

Cuando la vuvuzela es música



Luis Miguel Pascual (Efe) | Ciudad del Cabo


Denostada por unos y adorada por los hinchas sudafricanos, la vuvuzela se ha convertido en la banda sonora del Mundial de Sudáfrica, hasta el punto de que un profesor de música de origen español ha creado una orquesta con la base sonora de este reconvertido instrumento.

Pedro Espí-Sanchis, de origen alicantino, trabaja como profesor de música en Ciudad del Cabo y, cuando vio la enorme repercusión que la vuvuzela adquirió con motivo del Mundial de fútbol, se propuso aprovechar el tirón para rescatarla del olvido.

"Aunque sólo hace una nota, durante muchos años se utilizó como base para melodías tradicionales del país. Mi propósito es que se rescaten esas canciones", señaló a Efe Espí-Sanchis.

Para recuperar esas músicas ha creado unas orquestas con jóvenes estudiantes de su escuela que recorren las calles de la ciudad con conciertos en los que la vuvuzela constituye la base musical.

Nada que ver con el sonido ensordecedor que la ya famosa trompetilla provoca en los estadios y que Espí-Sanchis atribuye al hecho de que es tocada sin orden ni concierto.

De hecho, Espí-Sanchís sostiene que en las gradas de los estadios del Mundial de fútbol, pequeños grupos de aficionados tocan canciones tradicionales sudafricanas, pero cada uno de forma desconectada del resto, por lo que el resultado es el permanente zumbido que acompaña a los encuentros.

"Es un sí bemol lo que se obtiene como resultado", añade el director de la orquesta de las vuvuzelas, que señala que los sudafricanos cantan al ritmo de las trompetillas, lo que demuestra que no hacen un ruido gratuito, si no que interpretan auténticas canciones.

"Los fans sudafricanos cantan muchas canciones tradicionales fabulosas, que se trasladaron a la protesta política en los peores años del 'apartheid' y que ahora han sido recuperadas para la salsa del fútbol", asegura el profesor.

Más allá de la propia música, Espí-Sanchis asegura que el éxito de la vuvuzela tiene mucho que ver con el alivio que da a quienes la tocan, cuando las emociones del partido así lo precisan. "Soplar fuerte una vuvuzela cuando tu equipo logra un gol es un gran desahogo", afirma.

Apoyado en esa aceptación popular, Espí-Sanchis ha aplicado la vuvuzela a ritmos tradicionales, para lo cual ha introducido arreglos musicales a esas melodías. "Eso no es una idea original mía, se hace desde hace años, tomar un instrumento que hace una única nota y colocarlo como sustento musical de canciones", afirma.

La idea tuvo una gran aceptación entre su grupo de alumnos y entre músicos callejeros que comenzaron a nutrir su orquesta. "En Sudáfrica todos somos músicos, bailarines y actores. Sobre todo los negros", afirma.

El objetivo de su iniciativa es "reintroducir estos instrumentos entre los sudafricanos, enseñárselos a los niños y al mundo entero, porque son instrumentos mágicos que no cuestan nada y que te dan un poder musical maravilloso", señala.

Para Espí-Sanchis "la vuvuzela es la aportación de Sudáfrica al Mundial", pero con su trabajo pretende que el público del mundo entero no se quede con el zumbido que se escucha en los estadios, si no con el verdadero espíritu de ese instrumento.

"Quiero resaltar esas canciones para que cuando la gente cuando escuche este sonido por televisión no piense que eso es la música tradicional sudafricana", asegura.

Al maestro le hubiera gustado que se hubiera aleccionado al público para que tocaran canciones populares con al vuvuzela al mismo tiempo.

"No hemos oído Shosholoza, que era el himno del fútbol en Sudáfrica antes del Mundial. Si se hubiera hecho que todo el estadio tocara el mismo ritmo al mismo tiempo, hubiera sido extraordinario, la vuvuzela hubiera encontrado su poder verdadero", añade.

Espí-Sanchis espera que la vuvuzela perviva en los siguientes Mundiales y confía en que en Brasil "sepan desarrollar su auténtico potencial".

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