Reparar los destrozos que provocan los 'botelloneros' y limpiar los servicios cuesta a los granadinos 2.000 euros cada semana
JUAN ENRIQUE GÓMEZ
Es vandalismo puro y duro. La situación de deterioro, suciedad e insalubridad de los servicios públicos del botellódromo después de los fines de semana, es crónica, y será así por más que los servicios de limpieza y reparación intenten lo contrario.
La causa es la falta de civismo de quienes los usan cada fin de semana. Los responsables de la concejalía de Mantenimiento del Ayuntamiento de Granada aseguran que en el último año los aseos han tenido que cambiarse completamente en cinco ocasiones y en todas ellas han vuelto a ser destrozados, incluso cuando se instalaron sanitarios y elementos de acero.
Ocurre cada mañana del fin de semana. Los servicios de limpieza tienen que entrar a hacer su trabajo en los aseos del botellódromo con trajes antibacterias, como los que usan los especialistas en guerra química. Lo dicen los responsables del servicio, que aseguran que lo que encuentran cada mañana es dantesco. Y son los chavales que acuden al botellódromo quienes provocan esa enorme cantidad de destrozos, suciedad acumulada, e incluso excrementos esparcidos por las paredes.
El concejal de Mantenimiento, Vicente Aguilera, señala que su departamento se ve obligado a gastar casi 2.000 euros cada semana en reparaciones de los servicios de este espacio destinado al ocio de los jóvenes.
Rompen las tazas, aunque sean de acero, los urinarios, retiran las tuberías de las paredes, acumulan las basuras en el interior «y no sabemos qué más hacen porque lo que encuentran los trabajadores es inenarrable», dice el concejal, que asegura que están dispuestos a poner una solución, pero saben que cualquier actuación será destrozada al día siguiente. Aguilera recuerda que lo que ahora ocurre en los aseos del botellódromo era lo que hace unos años pasaba en numerosas calles de la ciudad. «Al menos se ha reducido a un único punto».
La solución que ahora baraja el Consistorio es retirar esos servicios del botellódromo, y encargar a una empresa de aseos químicos, de quitar y poner, que se haga cargo de instalarlos cada fin de semana y de su mantenimiento y limpieza. El coste sería similar al que ahora tienen las reparaciones y limpieza.
Botellazos
El problema de vandalismo no se queda en los servicios del botellódromo. Los responsables de la empresa que gestiona el aparcamiento subterráneo ha presentado numerosas denuncias porque los concentrados de botellón se dedican a lanzar botellazos a los coches que entran y salen del 'parking'.
Se han visto obligados a aumentar la altura de las vallas de protección de las entradas y salidas del estacionamiento para dificultar el lanzamiento de botellas. Aseguran que la situación es insostenible y piden una mayor presencia policial en esa zona durante los fines de semana.
El aparcamiento no es utilizado por los jóvenes que acuden al botellódromo, y la mayoría de los clientes potenciales evita acudir a este aparcamiento los fines de semana por la noche porque no saben qué les puede pasar al entrar o salir.
El problema, para todos, es de incivismo y falta de respeto a los demás. Se preguntan «¿Que les enseñan a los jóvenes?».
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