miércoles, 9 de septiembre de 2009

Siete decibelios que cambian una vida

La familia Elorriaga muestra el primer piso del Txorierri insonorizado y certificado por una Universidad

JOSU GARCÍA

Avión sobre la vivienda de los Elorriaga
Los aviones que aterrizan en Loiu pasan a escasos metros del tejado y de las ventanas de la vivienda de los Elorriaga, en el municipio de Derio. / FOTOS: P. URRESTI
Registros Sonoros del Tráfico Aéreo
GRÁFICO: A. LUCAS
En los últimos 30 años, Javier Elorriaga y su mujer nunca habían necesitado despertador. El primer avión de la mañana, el que parte del aeropuerto de Loiu a las 06.45 horas, les sacaba literalmente de la cama. Hasta el pasado 15 de junio.

Aquel día, esta familia de Derio, que vive a escasos 600 metros de la cabecera de pista de 'La Paloma', estrenó ventanas y persianas nuevas. Pero no unas cualquiera, sino unas especialmente diseñadas para combatir el ruido. Desde entonces, su vida ha cambiado radicalmente, «a mejor, claro». Su piso se ha convertido en un pequeño búnker, una trinchera doméstica contra las lacerantes ráfagas sonoras que disparan los potentes motores de los aparatos en sus maniobras de despegue y aterrizaje.

«Nuestra sensación es que la contaminación acústica se ha reducido considerablemente», valora Javier. Y no se equivoca, porque su percepción subjetiva tiene una confirmación empírica y científica. La Universidad de Navarra realizó un concienzudo examen sobre la calidad del silencio de su vivienda antes y después de cambiar la carpintería.

Los resultados son concluyentes: «El nivel de ruido se redujo en siete decibelios». Todo un mundo. «Es como pasar de un ambiente de oficina multitudinaria al de un despacho donde conversan sólo dos o tres personas», señalan expertos consultados por este diario.

Esta experiencia es única en el Txorierri, donde casi 2.000 propietarios viven pendientes de que el Plan de Aislamiento Acústico impulsado por el Ministerio de Fomento se ponga por fin en marcha para mitigar su calvario. Así que muchos vecinos miran estos días con lupa lo que sucede en el hogar de este jubilado de 68 años y su mujer.

Les urge saber qué mejoras podrán conseguir. En cierto sentido, la familia Elorriaga ejerce de conejillo de indias en su 'piso piloto', ubicado dentro de las isófonas 65-55 del aeropuerto. Son los primeros en contar con un sistema «revolucionario» de barrera contra el estruendo que provocan los aviones. Pero sus flamantes ventanas poco tienen que ver con la iniciativa de Aena.

«La obra de arte que me han instalado se la debo a Perfilthermik», afirma orgulloso Javier. Se trata de una firma afincada en Astigarraga que está especializada en carpintería de poliuretano.

«Éramos muy escépticos, pero hemos alucinado con el cambio»

Los fabricantes de las ventanas analizaron hasta la trayectoria de los aviones

Los intereses de los Elorriaga y de la firma guipuzcoana discurrían por caminos perpendiculares. La empresa fabricante buscaba un inmueble en el que probar 'in situ', más allá de los laboratorios oficiales, su producto estrella. La familia de Derio anhelaba un «remedio que mitigara» sus padecimientos. Ambas sendas no tardaron en encontrarse. Pactaron un precio simbólico y se pusieron a trabajar. Javier, que tiene estudios de ingeniería y lleva «varios años» investigando sobre el aeropuerto, sólo les impuso una condición: que fuera la Universidad de Navarra la que certificara la reforma.

El primer paso fue tomar las medidas de las ventanas y las persianas. Pero los técnicos de la empresa guipuzcoana no se limitaron a averiguar las dimensiones exactas sino que también analizaron la trayectoria más frecuente que toman los aviones, así como la distancia a la pista. «Se lo tomaron muy en serio», recuerda Elorriaga.

Días después llegaron los expertos del centro educativo superior afincado en Pamplona. Instalaron dos medidores o sonómetros. Uno en el exterior de la casa, en la fachada, y otro dentro de una de las habitaciones. Las ventanas viejas eran de doble vidrio, pero tenían 18 años y estaban «muy deterioradas». Se anotaron también las condiciones de temperatura y humedad. Y los aparatos registraron durante 48 horas, entre un miércoles y un viernes, el ruido que generaron 232 operaciones aéreas.

Hasta siete anclajes

El siguiente paso fue ejecutar la obra. Tres operarios invirtieron una semana en instalar y aislar las nuevas ventanas y sus persianas. Si uno entra ahora en el salón de los Elorriaga, lo primero que le llama la atención es el amplio mirador hacia el cementerio y el aeropuerto. Pero no es un mirador cualquiera, sus juntas están perfectamente selladas. Se observa a simple vista. «Es un trabajo muy fino», se felicita el jubilado deriotarra. Cada hoja, por ejemplo, cuenta con siete puntos de anclaje -una normal tiene únicamente dos o tres-. «De esta forma no se mueven lo más mínimo, ni cuando hace muchísimo viento».

Su grosor también es extraordinario. «Secreto profesional», sostienen desde Perfilthermik. El alma de la ventana es de metal, pero va rellena de poliuretano, considerado el mejor aislante del mundo contra el ruido. También se empleó lana mineral para las persianas. Además, el diseño es especial para cada caso. «Dicen que el producto que han fabricado para mi casa tiene en cuenta hasta el punto de ataque de los aviones», explica Javier.

Tras la reforma, los profesores de la Universidad de Navarra regresaron al domicilio y repitieron la prueba de los sonómetros. La familia Elorriaga era «muy escéptica». «Yo estaba seguro de que aquello no iba a funcionar, pero la verdad es que me quedé alucinado», relata Javier. «A mi mujer le gusta ver un poco la televisión después de cenar.

Bueno pues cuando pasaba un avión por encima de nuestro tejado, no podía escuchar lo que decía el locutor durante cinco o diez segundos. Ahora, apenas se oye el ruido de los motores cuando la tele está encendida». La lectura y una simple conversación se vuelven a degustar en casa de los Elorriaga.

Las conclusiones del estudio universitario arrojan un dato esperanzador para todos los vecinos del Txorierri: «La carpintería instalada ha conseguido mejorar el aislamiento en 7 decibelios». De hecho, en algunas de las 232 operaciones analizadas, el nivel de ruido con las ventanas viejas alcanzó los 60 decibelios, mientras que con este sistema de poliuretano apenas se superaron los 50. Una diferencia pequeña en apariencia, «pero que nos ha cambiado la vida».

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